Transforma materiales cotidianos como cartón, cinta adhesiva y objetos reciclados en instalaciones abrumadoras que configuran paisajes saturados por los residuos de la cultura del consumo, donde la precariedad estética no es descuido, sino táctica crítica que denuncia la lógica del derroche; en obras como Too-Too, Much-Much (2010), una avalancha de latas de aluminio desborda los límites físicos del espacio expositivo, sumergiendo al espectador en un entorno denso que impide la contemplación pasiva y obliga a navegar entre los restos de una civilización marcada por la acumulación desmedida; esta intervención, más que representar el colapso, lo materializa, convirtiendo los desechos en testimonio visual de un sistema insostenible que se oculta bajo la comodidad del descarte diario, como si los residuos pudieran desaparecer por arte de consumo; Hirschhorn no propone una salida sino una confrontación: sus instalaciones son campos de batalla entre la materia y el pensamiento. Advierte que lo “demasiado grande para fracasar” no solo es falso, sino que debe fracasar por su propia magnitud
sábado, 31 de mayo de 2025
Anelm Reyle
Roman
Temporary sculptures are artistic works that exist only for a limited period, prioritizing process, transformation, and ephemerality over permanence. Rather than presenting a static, enduring object, they unfold as events or actions in time, often involving materials or situations that change, decay, or disappear. In Roman Signer’s practice, temporary sculptures manifest as sculptural experiments shaped by natural forces—gravity, explosions, water, or movement—where the form emerges from the action itself. These works challenge traditional notions of sculpture, proposing instead a dynamic, time-based experience that embraces unpredictability, humor, and the beauty of transience.
Britta Marakatt-Labba
Gunnel Wåhlstrand
Annika von Hausswolff
Despliega un archivo visual que indaga en los mecanismos de representación, el deseo, el trauma y la construcción del género desde una perspectiva crítica y altamente estética; conocida por sus fotografías escenificadas con reminiscencias del crimen y el psicoanálisis, su obra articula una narrativa inquietante donde lo visible y lo ausente se entrelazan, como en la emblemática serie Hey Buster! What Do You Know About Desire?, donde un cuerpo femenino yace junto a un perro testigo, emblema de la mirada muda; influida por la estética posmoderna y el pensamiento feminista de los noventa, su trabajo trasciende lo fotográfico al abordar soportes tridimensionales, instalaciones y objetos que evocan el cuerpo femenino sin mostrarlo directamente, generando una tensión entre presencia y ausencia, como en Esoteric Forensic o The Memory of My Mother’s Underwear Transformed into a Flameproof Drape, donde lo doméstico se convierte en clave simbólica; recurrente en su obra es el análisis del archivo, tanto propio como encontrado, que reconfigura mediante técnicas mixtas como impresión UV, pintura acrílica o esmalte, como en Oh Mother, What Have You Done, serie sobre mujeres detenidas que cuestiona la construcción mediática de la culpa y el castigo; su interés por el dispositivo fotográfico en sí se manifiesta en obras que memorializan el declive del analógico, mientras que proyectos como The Abyss revelan su mirada sobre los efectos del capitalismo global; con un pie en la academia y otro en el activismo visual, von Hausswolff conjuga introspección, crítica cultural y poesía visual, consolidando una obra donde el arte deviene campo de batalla entre la imagen, la historia y el deseo.
Monica Sjöö
Ecritora y figura clave del eco-feminismo espiritual, Monica Sjöö nació en Härnösand, Suecia, en 1938, y vivió la mayor parte de su vida en Bristol, donde desplegó una obra profundamente influida por su convicción de que la Tierra y la Diosa son una misma entidad viviente; hija de dos pintores, su ruptura temprana con la familia la llevó a una existencia errante por Europa que desembocó en una militancia artística profundamente ligada a las luchas feministas y pacifistas del Reino Unido desde la década de 1960, destacando por su activa participación en el movimiento de liberación de la mujer y por ser cofundadora del Bristol Women's Art Group; su pintura más conocida, Dios dando a luz (1968), representa de manera frontal y visceral el parto como acto sagrado y fue denunciada por blasfemia, convirtiéndose en símbolo de la reivindicación visual del cuerpo femenino como fuente cósmica, anticipando muchas de las premisas del arte feminista posterior; su pensamiento se consolidó con la publicación del manifiesto Hacia un arte feminista revolucionario (1971) y el ensayo seminal La gran madre cósmica (1987), este último coescrito con Barbara Mor, donde articula una visión matriarcal de la espiritualidad basada en el culto a la Diosa, lo cual influenció programas académicos y redes de artistas en todo el mundo; su activismo, centrado en la crítica a la cultura patriarcal, se entrelazó con una praxis artística que combinó simbolismo chamánico, espiritualidad ancestral y denuncia política, manteniendo correspondencia con figuras como Starhawk o Judy Chicago y participando en numerosas exposiciones internacionales; tras la pérdida de dos hijos, su obra adquirió un tono elegíaco con cuadros como Mis hijos en el mundo de los espíritus (1989), cerrando así un ciclo donde arte, vida y espiritualidad se amalgaman en un legado de resistencia mística y estética.
Anna Uddenberg
Éva Mag
La práctica multidisciplinar de Éva Mag se articula en torno al cuerpo como archivo de experiencias, explorando la fragilidad, la resistencia y el cuidado a través de esculturas, instalaciones y performances donde los materiales adquieren una dimensión afectiva y casi biográfica; nacida en Transilvania en 1979 y refugiada en Suecia durante su infancia, Mag ha desarrollado una obra profundamente influida por su historia personal y por un enfoque íntimo del acto creativo, utilizando materiales encontrados —chatarra, muebles viejos, herramientas, arcilla, textiles— para construir cuerpos humanos a escala real que nunca son cocidos ni reforzados, lo cual subraya su condición efímera y su exposición al entorno; en su proyecto más ambicioso, “Det finns en plan för det här”, transforma una acumulación caótica de objetos del terreno de su padre en una instalación orgánica que se reconfigura constantemente, evidenciando cómo el acto de ordenar puede ser también un gesto de afecto, memoria y resistencia frente al deterioro; las figuras de arcilla, moldeadas en acciones físicas e intensas, funcionan como metáforas del esfuerzo cotidiano por mantenerse en pie y del trabajo colectivo.
Hilma av Klint
Nacida en Solna en 1862, representa una figura ineludible en la génesis del arte abstracto, aunque su legado permaneciera oculto por décadas debido a su propia voluntad testamentaria de postergar la exhibición pública de su obra hasta que la humanidad estuviera preparada para comprenderla, lo cual sucedió recién en 1986; af Klint formó parte de la primera generación de mujeres que accedió a formación artística académica en Europa y desarrolló inicialmente una carrera ligada al retrato y el paisaje naturalista, pero su camino dio un giro radical al integrarse a círculos esotéricos como la teosofía y la antroposofía, movimientos que moldearon profundamente su búsqueda visual y conceptual del mundo espiritual, siendo este viraje catalizado también por la muerte de su hermana menor; en este contexto, formó junto a otras cuatro mujeres un colectivo denominado Las Cinco, con quienes practicaba sesiones de espiritismo y escritura automática, experiencia que derivó en una producción monumental de casi mil obras abstractas cuya intención no era meramente estética sino trascendental, pues Klint concebía su arte como un medio para visualizar lo invisible y traducir los mensajes de los llamados “Altos Maestros” en composiciones llenas de simbolismo, espirales, óvalos y dualidades universales como lo masculino/femenino o materia/espíritu; entre 1906 y 1915, elaboró la monumental serie “Cuadros para el templo”, germen de un nuevo lenguaje visual no figurativo anticipado en varios años a Kandinsky, Mondrian y Malévich, lo cual subvierte el relato canónico del arte moderno; aunque olvidada en vida, hoy sus obras —como la serie El Cisne o los trípticos Altarpiece— son objeto de retrospectivas en museos de renombre como el Guggenheim.
viernes, 30 de mayo de 2025
Lotte Laserstein
Nacida en la localidad prusiana de Preussisch Holland en 1898, Lotte Laserstein emergió como una de las voces más singulares del retrato moderno en la República de Weimar, articulando con delicadeza y profundidad emocional el tránsito entre la tradición realista alemana del siglo XIX y la vanguardia de la Nueva Objetividad, corriente a la que se adscribe su obra sin despojarse de un lirismo contenido que la distingue de sus contemporáneos; formada académicamente en Berlín, donde fue una de las primeras mujeres admitidas en la Hochschule für die bildenden Künste, su carrera despegó en los años veinte con una propuesta centrada en la figura humana, especialmente en la representación de una nueva feminidad andrógina e introspectiva, como se evidencia en sus múltiples retratos de su modelo y amiga Traute Rose, cuya presencia serena y melancólica se repite como un eco constante de la intimidad emocional que define su estilo; la llegada del nazismo truncó su proyección internacional debido a sus orígenes judíos, empujándola al exilio en Suecia tras una exposición clave en Estocolmo que le permitió escapar del creciente cerco racial en Alemania, donde continuó su labor artística como retratista de la alta sociedad aunque sin alcanzar el vigor expresivo de sus primeras obras; su cuadro más celebrado, Abend über Potsdam (1930), encapsula con maestría el espíritu de una época crepuscular a través de un friso de amigos en un atardecer silencioso, y fue rescatado junto a otras piezas en una serie de exposiciones que entre 1987 y 2018 consolidaron su lugar en la historia del arte europeo.
Lap-See Lam
Desde su infancia en el restaurante familiar Bamboo Garden en Estocolmo hasta su reciente protagonismo en el Pabellón Nórdico de la Bienal de Venecia, Lap-See Lam ha convertido el restaurante chino como figura transnacional en un laboratorio estético para pensar la identidad, el exilio y la representación cultural; trabajando con tecnologías como el escaneo 3D, la animación digital y la instalación inmersiva, su obra explora cómo estos espacios son simultáneamente hogar, escenario y símbolo, y cómo, a través de ellos, se negocia una identidad colectiva entre generaciones de la diáspora cantonesa; su primera gran instalación, Mother’s Tongue (2017), ya planteaba un viaje temporal a través de restaurantes chinos en Estocolmo, con voces de personajes ficticios del pasado y del futuro, mientras que Phantom Banquet (2020) y Floating Sea Palace (2024) profundizan en la estética fantasmal y la idea del “generation loss”, esa degradación de archivo digital que Lam transforma en metáfora emocional del desarraigo y la transmisión fragmentaria de memoria; en su última obra, The Altersea Opera, presentada también en Londres, combina estructuras de bambú tradicionales construidas por un maestro hongkonés, cine experimental y mitología híbrida para recuperar, reinterpretar y poetizar la historia familiar, revelando cómo lo íntimo se convierte en lo universal cuando se expone con honestidad artística; lo más notable es su capacidad para entrelazar narrativas personales, técnica digital avanzada y artesanía ancestral en una propuesta que rehúye la nostalgia pasiva, optando por una reconstrucción activa del pasado que desafía los clichés orientalistas y convierte el restaurante chino, ese lugar cotidiano, en espacio de resistencia simbólica y evocación intergeneracional.
Arvida Byström
Arvida Byström ha irrumpido en la escena del arte usando la estética de lo “kawaii”, los tonos pastel y lo que ella llama “girly aesthetics” como herramientas de subversión crítica ante las normativas de género y cuerpo en redes sociales; surgida de la plataforma Tumblr, donde articuló una identidad artística en diálogo constante con otras jóvenes creadoras, su trabajo fotográfico explora temas como la autoimagen, la censura, la sexualización y el control sobre el cuerpo femenino, usando autorretratos hiperestilizados que desestabilizan la mirada patriarcal desde una hiperfeminidad irónica; en su serie There Will Be Blood (2012), la representación abierta de la menstruación desafió tabúes aún vigentes, mientras que en el libro Pics or It Didn’t Happen (2017), junto con Molly Soda, compiló imágenes borradas por Instagram, revelando cómo las plataformas digitales reproducen modelos de control moral disfrazados de neutralidad algorítmica; su práctica también incluye performance, como en Selfie Stick Aerobics, y colaboraciones con marcas como Monki, donde lleva su activismo estético al terreno de la moda y la publicidad; más que una estilización superficial, su trabajo es un acto constante de reapropiación estética donde lo “bonito” se convierte en herramienta de fricción política, evidenciando cómo los códigos visuales hegemónicos pueden ser reconfigurados desde la ironía, la vulnerabilidad y el deseo de reaprender a mirar; en Arvida Byström, lo íntimo y lo digital se funden en una poética crítica que cuestiona quién tiene derecho a mostrarse, cómo y para quién.