Este verano leí una serie de textos que abordaban, desde diferentes ángulos, el tema de la identidad y el vacío. Cada uno plantea un contexto distinto, pero se conectan en su intento por revelar los hilos invisibles que sostienen la experiencia humana. En "Pura pasión", Annie Ernaux describe con precisión un sentimiento amoroso que se fragmenta en episodios de encuentro y ausencia. La narradora se sumerge en el detalle de lo cotidiano, registrando cada gesto y cada espera, construyendo así un archivo personal que nunca logra ser completo. Por su parte, Guadalupe Nettel, en "El cuerpo en que nací", aborda el cuerpo como una geografía propia, atravesada por la mirada externa y el espacio familiar. Es un texto que transita entre la memoria física y la construcción de la imagen que se tiene de uno mismo. Juan Tallón en “Rewind” presenta la reconstrucción de una serie de acontecimientos que culminan en una pérdida. A través de voces múltiples, cada personaje revela su propia versión de lo que ocurrió, dejando siempre un margen de duda sobre lo narrado. La misma ambigüedad se encuentra en "Obra maestra", donde Tallón se aproxima a la desaparición de la escultura de Richard Serra. El vacío que deja su ausencia genera un campo de tensión entre lo que fue y lo que ahora se ignora. Delphine de Vigan, en "Las lealtades", explora las conexiones que se forman en el entorno doméstico. Lo que parece estable se muestra frágil al ser observado de cerca, y las relaciones entre los personajes revelan las fisuras de un equilibrio que nunca fue tal. Janne Teller, con "Nada", lleva esta exploración a un nivel de cuestionamiento más abstracto. La historia de un grupo de adolescentes que intenta dar sentido a sus acciones ante el desafío del vacío expone las limitaciones de cualquier construcción simbólica. Finalmente, Miguel Delibes en "Un año de mi vida" recoge pequeñas observaciones cotidianas, como si se tratase de un cuaderno de notas sobre el transcurso del tiempo. Es un texto que funciona como un registro de lo efímero y de cómo lo mínimo compone el espacio de lo vivido.
