Se tomaron el queso y el vino local, que tenía un cuerpo joven, afrutado. El bailarín aportó un tartín achocolatado e indagaba sobre lo que sería la producción. La forma. Por mí como si hacéis un agujero y sale un géiser. Ojo, todo con rigor y desde el yo interior. Como cuerpo político puedo ser crítico, pero claro, vienen tantos que no entienden ni la gravedad. Hay que llevar el arte donde haya neveras vacías, también. Y así comenzó, con la demostración de la inclinación errónea en una afirmación física. Quedó claro que los apoyos son necesarios. Lo estructural. No se puede acariciar sin apoyar. Desde el aire, sin la posición idónea, la caricia se vuelve brusca. Y eso no. Eso sí que no.