Un jueves por la tarde en una sala de barrio, estaban dos mujeres jóvenes con sendos chándales, una comiendo pipas y la otra liándose un cigarro, sentadas muy cerca del público. No tenían micrófonos ni amplificación sonora, ni cambios de luces, ni músicos añadidos, ni nada de nada salvo dos cuerpos con voz y arte. La hora de espectáculo aportó algo nítido, un plato conceptual vestido de arte flamenco, un salmón que sube la corriente, con todas las ganas. Una cantaba y la otra bailaba, muy flamenco todo y a la vez arriesgado, un arte jondo sin trajes de lunares ni guitarristas, un flamenco a capella, moderno, y muy de barrio. Cuando el arte puro se vuelve producto, se vuelve fósil, y no es ya lugar para novedades, pero cuando el arte muta, en lugar de travestirse de folclore mil veces reptido, entra en zonas experimentales con su propio lenguaje escénico. Incorporar un vestuario normalizado es ya es un gran aporte, y trabajar una actitud algo irreverente y con ciertos cánones flamencos muy repetidos y conocidos le da un aire futurista. Del público brotaron varios olés cuando hubo virtud. Era necesario. El flamenco exige a su público un acompañamiento. Si la vanguardia habita en lo novedoso, el show de La Chachi lo lleva como marca.
LLOVERAS 20 11 23
María del Mar Suárez / La Chachi ‘Taranto Aleatorio’, Spain