Saturday, October 18, 2025

Hierro, luz y modernidad


El faro del Castillo de San Sebastián, erigido en 1908 en Cádiz, se alinea estéticamente con el lenguaje arquitectónico del hierro estructural que dominó las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX en España, siendo ejemplo de esta misma sensibilidad el Mercado Central de Valencia (comenzado en 1910 por los arquitectos Alejandro Soler y Francisco Guardia, con intervención posterior de Enrique Viedma), cuya cubierta metálica y geometría modular representan el uso del hierro como símbolo de progreso, higiene y monumentalidad funcional; del mismo modo, el faro gaditano, proyectado por el ingeniero Rafael de la Cerda, emplea una esbelta torre metálica de más de cuarenta metros que rompe con la tradición masiva y pétrea de los faros anteriores, estableciendo un paralelismo formal con otras infraestructuras coetáneas como el Puente de María Cristina en San Sebastián (1905) o el Puente de Hierro de Logroño (1884), donde el uso del metal no solo garantizaba resistencia y ligereza, sino también una estética ligada al avance tecnológico y la modernización del espacio público; en este sentido, el faro del Castillo de San Sebastián puede considerarse una pieza híbrida, que aúna ingeniería militar, arquitectura civil y tecnología lumínica, integrando una torre de estructura reticulada con vanos verticales que permite mantenimiento interior y ventilación, al tiempo que se inscribe visualmente en el paisaje portuario como testimonio de la transición entre la ingeniería decimonónica y los nuevos lenguajes del siglo XX, funcionando no solo como señal náutica sino como hito vertical de la modernidad gaditana.