Subo andando desde el río hasta la zona alta de la ciudad. De lo popular a lo castizo. Bajé a ver un local que unos amigos van a transformar en su casa. Van quitando capas y capas a lo que hasta el verano fue sede de un culto evangélico. En la calle pululan señores en chándal con carritos de supermercado y morralla de metal. Me sorprendió ver una churrería abierta a estas horas.