Los señores llegan en parejas, enfundados en boinas y con chaquetas oscuras y acolchadas. Lo romboidal. Se toman sus cafés en taza, adornados de porras que crujen. En la acera, aparecen y desaparecen colchones en cada nueva barrida. Algunas hojas siguen prendidas, ya sabiéndose listas, para caer.