sábado, 31 de mayo de 2025

Thomas Hirschhorn

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Transforma materiales cotidianos como cartón, cinta adhesiva y objetos reciclados en instalaciones abrumadoras que configuran paisajes saturados por los residuos de la cultura del consumo, donde la precariedad estética no es descuido, sino táctica crítica que denuncia la lógica del derroche; en obras como Too-Too, Much-Much (2010), una avalancha de latas de aluminio desborda los límites físicos del espacio expositivo, sumergiendo al espectador en un entorno denso que impide la contemplación pasiva y obliga a navegar entre los restos de una civilización marcada por la acumulación desmedida; esta intervención, más que representar el colapso, lo materializa, convirtiendo los desechos en testimonio visual de un sistema insostenible que se oculta bajo la comodidad del descarte diario, como si los residuos pudieran desaparecer por arte de consumo; Hirschhorn no propone una salida sino una confrontación: sus instalaciones son campos de batalla entre la materia y el pensamiento. Advierte que lo “demasiado grande para fracasar” no solo es falso, sino que debe fracasar por su propia magnitud