Wednesday, October 1, 2025

Llull

 







Vi un edificio decimonónico, entré y me senté en un espacio amplio con mesas de madera; el techo era altísimo. Un señor garabateaba unos folios. Más detenidamente, después de instalarme, vi que había taquillas de madera, retratos a carboncillo, horarios y un microondas. Llegaron unas señoras y saludaron al de los papeles por su nombre. Me miraron de reojo, sin decir nada. Luego fueron llegando más y más en parejas o grupos; era evidente que todos se conocían y comentaban cosas del jefe de estudios. Al final comprendí: el espléndido lugar al que había entrado en aquel edificio singular era la sala de profesores de un instituto. Me recordó la onda del Lope de Vega y a otros clásicos del centro histórico de Madrid. El nombre del lugar era IES Ramón Llull. Me levanté tras un largo rato tras cargar mi portátil, y me despedí cordialmente. Aún se preguntarán quién era. Mis aventuras en una ciudad nueva siguen, llego a otra biblioteca, más modesta, menos cool, sin estrés. En la primera ya me imaginaba dando clases de lengua para justificar mi presencia.