Saturday, November 22, 2025

El amigo ^ Sigrid Nunez


 

En los años ochenta, en California, un gran número de mujeres camboyanas refugiadas de guerra acudieron al médico con una misma y perturbadora queja: no podían ver, todas habían sido testigos de los horrores perpetrados por los Jemeres Rojos entre 1975 y 1979 y muchas habían sufrido violaciones, torturas o la pérdida brutal de sus familias, una de ellas dijo haber llorado sin pausa durante cuatro años hasta quedarse ciega, otras presentaban visión borrosa o parcial, sus ojos invadidos por sombras y dolor, sin embargo, los médicos no detectaron anomalías físicas ni cerebrales, lo que las llevó a concluir que se trataba de un caso extremo de ceguera psicosomática, ya que, si decían la verdad —y aunque algunos dudaban de sus motivos, atribuyendo sus síntomas a una posible búsqueda de atención o beneficios por discapacidad—, la única explicación plausible era que sus mentes, desbordadas por el trauma, habían encontrado la única salida posible: apagar las luces.