martes, 14 de noviembre de 2023

29 05 2021 Una danza para todos y para nadie Jonathan Martineau + Nataliya Andru. Teatro Lagrada. Madrid.



 

Dos alienígenas adoran un árbol de navidad de plástico, retocan sus bolas luminosas. Lo invierten. La pareja entra en escena. Él de camisa suelta y ella en un vestido blanco. Serenos. Él esparce grano sobre el suelo, tira puñados que llenan el suelo de tarima. Ella sale a escena y le baila al grano como una gallina, con brazos de alas mecánicas, cara en pico y cuello oscilante. Lo esparce bien. Cacarea. Él con la escoba reordena el grano y le da una figura humanoide al montón que resiste en medio de la escena. Sacan una tabla pizarra con el nombre de la función y la recolocan apoyada sobre una caja, con lo que queda una estructura protectora, un techo. Una cubierta. Ahí vive ella, ahí se esconde. Tras un baile de acercamiento, él ya enloquece y la persigue con el hacha. Ella se esconde bajo la tabla y él ahí le clava su hacha, en el techo. Ella queda aterrada y él baila. Recolocan la tabla al medio, con dos cajas, y ya otra casa. Ya la casa de Él, donde se desnuda y comienza su combustión. Se retuerce, vibra y se encoge. Finalmente se arrastra hasta el agua. Ella baila sola atrás, lejos, un rato largo. Cansada de bailar sola, busca el agua. El agua donde él reposa. La palangana donde él está quieto. Ella bebe como un animal, de rodillas. El sigue estático, confuso. Ella lo reconoce y lo lava sin prisa, repasa su cuerpo íntegro con el paño húmedo. Él ya se mueve, vuelve en sí. Se viste de samurái. Ella con un vestido azul. Bailan en sus tiempos. En sus formas acartonadas. Lo grotesco y lo anímico son el sello. Ella se desnuda y de la cesta que cuelga del árbol de navidad, saca una docena de huevos, uno por uno, que va estallando en su cara y en su cabeza. Las claras bajan por su piel, por su pecho e iluminan su cuerpo. Bien embadurnado retoza sobre el grano, sobre la pista de baile, que dura un final de escena. La enajenación y el placer se funden. Se apagan las luces. Es ya otro día. Vuelven los alienígenas, que ordenan el escenario y construyen su nave con los restos, saludan al despegar. Suena la música de 2001 una odisea del espacio.

La escenografía consta de un árbol de plástico, una cesta, seis cajas de madera, un tablero negro, un hacha, una palangana con agua, una escoba, un paño blanco, unos puñados de arroz y varios huevos. Hay un par de cambios de vestuario y de luces. No hay voz. La música recorre toda la pieza, sin voz. Dos actores. Ella y Él. https://teatrolagrada.com/una-danza-para-todos-y-para-nadie/ Creación colectiva de Jonathan Martineau y Nataliya Andru. Sonido e iluminación: Matilde J Ciria. Fotografía: Javier Navarrete. Producción: Surge Madrid y Al descubierto Physical Theatre. Obra seleccionada en el Festival Surge Madrid 2020. Estreno: 22 de octubre del 2020 en la sala El Umbral de Primavera. Duración: 75 minuto.

 

 

 

 

 

 

Two aliens adore a plastic Christmas tree. Luminous balls. Adoration. The couple enters the scene. He is in a loose shirt and she wears a white dress. Both serene. He scatters grain on the ground, throws handfuls. She comes out and dances to him like a hen, with peaked arms and swinging neck. She spreads the grain. Cackles. He with the broom rearranges it and gives a humanoid figure to the pile that resists in the middle of the scene. They use the blackboard on a box, leaving a cover. There she is, there she lives, and hides. After a close-up dance, certain joy, he chases her with her ax until she hides under the board and he nails his ax there, on her roof. She is terrified and he rejoices. They reposition the table in the middle with two boxes, and thats is now another house, his, where he denudes herself and her combustion begins. He writhes and jerks, vibrates and flinches. He crawls to the water. and stys there, static. She dance in the back, happy. After alon time, tired of dancing alone, she crawls to the water, to the basin and there she drinks like an animal, on her knees. He remains static, confused. She washes him, goes over her entire body with the damp cloth. He's already moving. He comes back. He dresses as a samurai, and she in a blue dress. They dance in their times. She comes out fully naked from behind and from the basket that hangs from the Christmas tree she takes out a dozen eggs one by one, and explodes them on her face and skull and her skin is a glow and illuminates her body, which is well smeared. She romps on the grain, on the track. Alienation and pleasure merge. The lights are turned off. It's another day. The aliens return, ordering the stage and building their ship out of the wreckage, saluting as they take off. The music from 2001 to Space Odyssey plays.

 

A. LLOVERAS MAY 2021