Volteándome hacia rincones que raramente observo, la prosa poética me sirve para aclarar mis pensamientos y compartirlos, sin importar que hoy escriba para mí en este lugar atemporal que, aunque compartido contigo, es el origen de algunos de mis pensamientos. No consideres esto como romanticismo; no pretendo ser insistente. Somos diferentes, eso está claro, pero me agrada ofrecerte algo adicional, un obsequio porque aprecio tu perspicacia. Seguro has pasado por experiencias formativas en instituciones educativas, y eso es un factor común entre nosotros. El patrón es evidente. Los perfiles que encuentro parecen clonarse, se multiplican por cientos, y muchos son casi idénticos: un vasto grupo de mujeres tatuadas, con escotes algo exagerados, en entornos playeros. Muchas están en la etapa final de sus intervenciones estéticas. Es la realidad. Sin embargo, hay excepciones, y son esas las que capturan mi interés. Y tú eres una de ellas. Tu altura es un anzuelo, y tus fotos, aunque normales, son novedosas. Haciendo una transición significativa, todos necesitamos algo o alguien que aporte seguridad, cariño, sabor, amor, miradas, cuerpos, conversaciones, atención, cuidados o tiempo. La clave reside en la diferenciación, en la distinción, como dirían los franceses. Buscamos –uso el plural para incluirte, quizás con atrevimiento– a alguien valiente, auténtico/a, dinámico/a, inteligente y cauteloso/a, alguien capaz de resolverlo todo, de equilibrarnos. Buscamos a alguien que afronte nuestra carga existencial, la abrace, la asimile y nos devuelva luz, nos devuelva las flores. Eso es lo que busco, porque sin eso, no tengo nada. Sé que para las intensidades reales, no tengo competencia; eso lo entiendo. El resto son especuladores de barrios bajos del amor, sin importar su origen. En realidad, no creo que esté buscando algo en particular. Mi elección de un avatar en blanco y negro y mis fotos con flores son más bien un filtro para evitar que llamen a mi puerta aquellos con sensibilidades opuestas. Paso de escotes, paso de tatuajes, paso de vidas corporativas, paso de dogmas y elitismos, paso de furgonetas. No me agrada desperdiciar mi tiempo sin razón; mi tiempo es infinitamente valioso, dado que me define y construye. Aunque me estoy arriesgando estos días. Lo que escribo aquí es para mí, aunque también para ti, para responder a tu pregunta sobre si mi casa es bonita. Sí, busco un poco de aventura, de novedad que rompa con mi rutina. Me encantaría descubrir un amor nuevo; eso es algo que sé, básico y complicado al mismo tiempo, pero me gusta la idea de que suceda. Cierro estas líneas mientras disfruto de un vino tinto y escucho música antigua japonesa; en el patio, la luz del día se desvanece. Hoy, la policía acordonó el barrio. La tarde-noche avanza, y me despido de ti, mujer curiosa de altos vuelos y de compleja domesticidad. Tu disección frontal puede ser tu mejor activo, pero también es importante saber moverse en otras direcciones y bailar con suavidad. Espero que aparezca alguien que se complemente contigo, que te elogie, aunque le respondas desafiante hasta que, finalmente, le digas que lo estás pasando genial. Recibes un cordial saludo. Seguro que nos cruzaremos en alguna galería en el futuro, y te reconoceré por la altura de nuestros ojos. Aprecio las preguntas que me sacan de mi zona de confort; me hacen reflexionar.