las estructuras mogoles conviven con asentamientos masivos en condiciones precarias. Una coreografía urbana del caos y la fragmentación; Dhaka lleva al extremo la densidad y la desigualdad, con una resiliencia cotidiana admirable entre barrios saturados y elites fortificadas; São Paulo encarna el contraste latinoamericano entre modernismo arquitectónico y urbanismo informal, visible en su periferia expansiva; Karachi, ciudad desbordada por conflictos y desatención estatal, muestra una urbanización espontánea donde el control estatal es parcial; Kinshasa revela cómo la ciudad puede ser autoconstruida por sus habitantes, casi sin intervención formal, simbolizando el urbanismo del abandono; Mumbai, donde rascacielos emergen junto a Dharavi, concentra las contradicciones del capitalismo indio y su capacidad de adaptación informal; El Cairo yuxtapone lo monumental con la infravivienda, en una expansión urbana caótica hacia el desierto; Manila ejemplifica la vulnerabilidad urbana en contextos postcoloniales y climáticamente inestables, con slums acuáticos y fragmentación espacial extrema; Jakarta, hundiéndose literalmente bajo su propia densidad, representa la urgencia de repensar el vínculo entre ecología y desigualdad urbana; y finalmente Nairobi, donde las urbanizaciones cerradas y los slums se enfrentan en el mismo territorio, muestra una ciudad rota pero intensamente viva. Todas estas urbes son campos fértiles para una reflexión crítica sobre el derecho a la ciudad, el espacio común y la justicia urbana.