Tuesday, December 2, 2025

Agathe * Anne Cathrine Bomann


Si me jubilaba con setenta y dos años me quedarían cinco meses de trabajo. Tiempo que correspondería a veintidós semanas, luego, contando con que todos mis pacientes acudieran, me quedaban exactamente ochocientas conversaciones. Que por supuesto serían menos en caso de anulaciones o enfermedad. A pesar de todo, ahí había cierto consuelo.Desde que la contraté, Madame Surrugue me recibía cada mañana de la misma manera. Día tras día aparecía sentada tras el gran escritorio de caoba como una reina en su trono y cuando yo entraba por la puerta descendía de él para tomar mi bastón y mi abrigo mientras yo dejaba el sombrero en el estante por encima de la hilera de perchas. Entretanto, ella me ponía al corriente de la agenda del día y al final me entregaba una pila de historiales, que el resto del tiempo permanecían pulcramente archivados en una enorme estantería modular detrás del escritorio. Intercambiábamos algunas palabras más y después no volvíamos a vernos por lo general antes de la una menos cuarto, momento en el que me ausentaba del despacho para comer en un restaurante mediocre de los alrededores.