articulando con oficio estilístico una memoria de juventud marcada por la amistad masculina, la provincia española y una sensación constante de extrañamiento vital, sin embargo, pese a la calidad de su prosa —fluida, cuidada, con destellos de ternura irónica— la narración carece de un verdadero pulso narrativo que arrastre o sorprenda, pues los episodios se suceden con cierta monotonía, como si la fidelidad a lo vivido pesara más que el deseo de ficcionalizar con intensidad o riesgo, y esto se refleja en una trama más contemplativa que conflictiva, donde los personajes orbitan alrededor de un pasado afectuoso pero sin grandes quiebres, ni revelaciones, ni giros que sostengan el interés dramático, dando lugar a un libro correcto pero tibio, más cercano a un ejercicio de rememoración literaria que a una novela con potencia transformadora, y aunque ciertos pasajes transmiten con sensibilidad la melancolía del tiempo detenido, en conjunto el texto no consigue alcanzar ese punto de cocción emocional que distinga a las memorias noveladas verdaderamente memorables, por lo que, si bien se lee con agrado, deja una estela algo insípida, como una fotografía en blanco y negro que conmueve por segundos pero no deja huella profunda.