Cuando en 1912 los cubistas Picasso y Braque pegaron un trozo de hule en un lienzo, dieron comienzo a una de las revoluciones estéticas más importantes del siglo XX. El collage supuso un salto cualitativo increíble, al transformar el lenguaje pictórico enuna narración, no ya de cómo se representaba el mundo, sino de cómo se representaba el proceso de representar el mundo. Mediante esta acción, la pintura, y el arte en general, asumen la posibilidad de un discurso independiente de la mera representación reconocible de la realidad. Además, por primera vez, se introducen en el lenguaje artístico materiales considerados impropios del arte hasta entonces. Esta acción, junto con la enorme popularización de la fotografía, contribuyó a la democratización de la creatividad. No es casualidad que estas herramientas coincidan temporalmente con revoluciones ideológicas igualmente democratizadoras. Esta conjunción de ideologías, tecnología y nuevas herramientas creativas se manifestó en la aparición de algunas de las vanguardias artísticas más importantes del siglo pasado, que de una forma coherente con el espíritu de la época, aspiraron no solo a democratizar el acceso a la creatividad, sino a borrar las diferencias entre las categorías de “arte” y “vida”.
Estos procesos de democratización de la creatividad y desdibujamiento de la barrera arte-vida siguen abiertos en LAPIEZA, un espacio del barrio que se encuentra en la calle Palma 15. A través de la exposición y difusión de ‘junk art’, LAPIEZA remite directamente a algunas de las vanguardias más interesantes de la historia del siglo XX.
Desde las perspectivas vanguardistas, la separación artificial entre el arte y la vida cotidiana mantenida por el arte convencional era una estrategia que se basaba en conceptos obsoletos como la originalidad, el genio o la excelencia técnica, y había de ser combatida, dado que era, si no causantes, al menos mantenedoras de muchos males de la sociedad contemporánea. Recordemos que los intereses de los grupos más poderosos habían llevado a la muerte y a la miseria a una cantidad ingente de seres humanos (colonialismo, explotación capitalista industrial, guerra mundial…). La alta burguesíaacomodada, con sus valores culturales tradicionales, era el objetivo de las iras y los ataques de vanguardias artísticas como el dadaísmo, el constructivismo y el surrealismo, que aspiraban a cambiar el mundo mediante su transformación plástica y mediante la popularización de herramientas y tácticas creativas al alcance de todo el mundo, tales como las mencionadas fotografía y collage, la escritura automática y otras técnicas de libre acceso al inconsciente, la reutilización con varias finalidades de objetos preexistentes, etc. De esta manera, la creatividad, reincorporada a la vida cotidiana, ofrecía una nueva capacidad para desenvolverse en el mundo sin necesidad de recurrir a escapatorias trascendentalistas, una capacidad de vivir activamente, al contrario de la pasividad que establecía el anterior sistema artístico de admiración contemplativa.
En este contexto, es posible comprender muchas de las manifestaciones artísticas que acontecen en la sala LAPIEZA. Mediante lenguajes formales derivados de estas vanguardias contestatarias, se presenta una acumulación progresiva de collages, fotografías, automatismos y reutilizaciones de objetos desechados, que revitalizan muchas de las reivindicaciones de aquellas primeras vanguardias. Un simple paseo por el lugar-instalación permite hacerse una idea de a qué se refiere la estrategia de “borrar la diferencia entre arte y vida”.
Desde la intervención “del amarillo al ocre” de ESLOMO (en la que unas manzanas desarrollan toda su gama cromática desde su recogida del árbol hasta su deterioro final, mientras el aroma correspondiente a cada fase cromática inunda el espacio) hasta “otoño” de DANIEL DIXON & ESLOMO(instalación con música en la que se reactualiza la multidimensionalidad del otoño en el contexto del espacio de LAPIEZA), pasandopor “defuckyuno” de HOMBRE_U (instalación en la que la acción cotidiana de desayunar cobra dimensiones expresionistas y existenciales, al transferirse a las tostadas los estados de ánimo que posteriormente también se descompondrán en putrefactas gamas cromáticas) muchas intervenciones que acontecen en la sala exprimen todo el potencial expresivo y creativo de acontecimientos que, mirados convencionalmente, podrían pasar por anodinos. Sin embargo, para captar toda la riqueza expresiva del ‘junk art’ es preciso reconsiderar algunas de las vanguardias más influyentes del siglo XX.
Del constructivismo a la ‘yrrealidad’
Alrededor de 1917 y partiendo de las innovaciones visuales del cubismo y el futurismo, surge en la recientemente creada URSS el constructivismo, con la firme proposición de colaborar en la construcción de la utopía recién nacida. Para ello los artistas (que se definen a sí mismos más como ingenieros productores que como artistas en el sentido tradicional), emplean materiales propios de las nuevas tecnologías industriales y formas geométricas abstractas aplicadas a todos los ámbitos creativos (ilustración, cartelería, mobiliario, pintura, escultura, arquitectura…). Con este nuevo lenguaje geométrico y abstracto, representan la construcción de un mundo nuevo, joven y moderno en el que tanto la creación artística como la tecnología y las nuevas formas de producción son puestas al servicio del pueblo.
El cine, la fotografía y el fotomontaje (síntesis de collage y fotografía) fueron, en este sentido, formas de creación también muy empleadas por el constructivismo, en su particular empeño de popularizar las nuevas tecnologías. Los ideales utopistas del constructivismo se mantuvieron vivos en otras vanguardias posteriores como el neoplasticismo o la escuela de arte Bauhaus, a pesar de que en la URSS el movimiento finalizara abruptamente a finales de los años 20 con la imposición de la doctrina estalinista del realismo socialista.
En LAPIEZA pueden verse distintas intervenciones de la YREALYDAD, un proyecto conceptual colectivo que, mediante el empleo de lenguajes derivados parcialmente del constructivismo, aspira a erigir diferentes estructuras que ilustren la convencionalidad de la construcción de la experiencia, como en “fascia lata”. Para ello se emplean restricciones formales y cromáticas similares a las del constructivismo (con su característico empleo de las figuras geométricas y los colores rojo y negro, que en las construcciones de la YREALYDAD se transforma en verde y blanco), y un empleo de materiales característicos del desarrollo tecnológico del momento, que en la YREALYDAD determina el empleo de basura tecnológica, desechos metálicos y objetos del universo del consumo de masas.
También remiten al constructivismo los ensamblajes de PAULA LLOVERAS, con su restringida gama cromática (blanco y negro) y su empleo de formas geométricas seriales y/o secuenciales, tales como “strek IV” y “strek V”, o la instalación “perchas” en la que se emplean estos sencillos elementos aprovechando sus cualidades constructivistas y modulares.
Dadaísmo
En 1916 en Zurich un grupo de artistas establece la base de operaciones del dadaísmo en lo que denominan el Cabaret Voltaire. A través de diferentes manifestaciones artísticas protestan contra el sin sentido de la primera guerra mundial. En contra de otras vanguardias artísticas, como el futurismo o muchos expresionistas alemanes que instaban a la guerra como una forma de purificación y de celebración de la modernidad, los dadaístas ensalzan la deserción como forma de protesta contra una civilización que paradójicamente nos ha conducido a la mayor barbarie jamás perpetrada (hasta entonces). Mediante representaciones que hoy llamaríamos “performances”, y otras formas artísticas que incluían el ensamblaje de objetos preexistentes o la creación de máscaras y todo tipo de instrumentos a partir de materiales desechables, insultan a los poderes establecidos que han conducido la situación hasta su desenlace (el ejército,los políticos advenedizos, la hipócrita moral imperante, etc.). El dadaísmo pronto se extiende por diferentes países, y a las sedes de Zurich se unen las de París, Berlín, Barcelona o Nueva York. Uno de los más destacados miembros de diferentes grupos dadaístas fue M. Duchamp, quién pasará a ser conocido por una de las invenciones estéticas más controvertidas del siglo XX, los ready mades. Estos objetos previamente fabricados se presentan al público sin ser apenas modificados (un giro en su disposición, un cambio de nombre, etc.), con la finalidad de eludir cualquier “gusto estético”, en una lucha particular de Duchamp contra el “arte retiniano” y a favor de un “arte cerebral”.
A lo largo y ancho de LAPIEZA es posible comprobar la influencia dadaísta en el ‘junk art’. Desde el ready made de Krapoola “tapas” que consiste en presentar la tapa de un contenedor de basura, hasta las construcciones a partir de objetos de desecho como la “nube tóxica” de MARISA CAMINOS, los “bolos” de PAULA LLOVERAS (9) o los “encapsulados” y “piñatas” de JAVIER PÉREZ ARANDA, el espíritu lúdico y de burla del dadaísmo recorre la instalación, provocando sonrisas de complicidad en la reivindicación de una experiencia artística más accesible y menos elitista, que promueva una crítica irónica contra la sociedad de consumo y sus desmanes.
Surrealismo
Heredero directo del dadaísmo es el surrealismo, fundado por André Breton en 1924. Este movimiento artístico aspiraba a subvertir el orden tradicional de las cosas mediante diversas estrategias estéticas, con el fin de hacer surgir lo misterioso que subyace a lo cotidiano y que una mirada convencional no toma en consideración. Para ello, pueden hacer confluir en una misma imagen aspectos que habitualmente pertenecen a realidades diferentes o contradictorias, o pueden borrar súbitamente la distinción entre fantasía y realidad, mediante el empleo de la fotografía, las composiciones automáticas o mediante el “object trouvé”. Este uso novedoso del objeto encontrado como portador de un significado determinado por el deseo inconsciente, es una de las principales aportaciones del surrealismo a la historia del arte y al desmantelamiento de las diferencias convencionales entre las categorías de “arte” y “vida”.
Una vez más, en LAPIEZA se encuentran diferentes manifestaciones derivadas de lenguajes formales ideados por los surrealistas. Los “fuegos artificiales” de TOMOTO, además de íntimamente ligadas al situacionismo, presentan automatismos y grafismos surrealistas, a cuya atmósfera contribuyen las inquietantes bandas sonoras de EL INTRUSO. Los “cíclopes” de MARISA CAMINOS insisten en la fijación surrealista por lo inquietante, y al igual que las esculturas existencialistas de Giacometti beben del surrealismo que profesó en una etapa de su obra, los “quemados de la vida” de THOMASSIN (13) aúnan el mismo surrealismo y existencialismo.
De esta manera, el ‘junk art’ que se despliega en LAPIEZA emplea lenguajes formales provenientes de los usos expresivos y significativos novedosos que del objeto hicieron las vanguardias constructivista, dadaísta y surrealista. Las estrategias del empleo de nuevos materiales característicos del momento, objetos encontrados y objetos ya fabricados eran y son adecuadas para fomentar la reflexión crítica a cerca de cuestiones contemporáneas como la obsolescencia, la acumulación de mercancías, la sociedad de consumo, o las contradicciones del capitalismo, tan actuales ahora como en la época en la que surgieron estas primeras vanguardias.